El sol hace lo suyo, calienta fuertemente en la ciudad, pero una leve brisa baja de os farallones, zona de reserva natural de la región. A medida que pasan las horas de la mañana va despertándose el pueblo trasnochador, y las calles de Siloe, oeste alto de Cali, se llenan de más y más gente; estudiantes que sueñan que con ese esfuerzo de tratar de entender el mundo que les cuentan de afuera y que a veces no combina con lo que se vive en este lado de la ciudad, trabajadores que sueñan con completar lo de arriendo, la comida y lo del estudio de sus hijos, amas de casa preocupadas por buscar que echarle a la olla del almuerzo, y muchos más que por algún motivo están por aquí.
Este es otro orden, otras rutinas, otras normas de comportamiento y convivencia social. Aquí se le echa leña al fogón de distinta manera. En un lugar que ha sido estigmatizado por la sociedad que no entiende razones por las cuales la gente termina aquí, en una loma amontonaos, mientras sus tierras que por mucho tiempo les pertenecieron ahora están siendo ocupadas por multinacionales con monocultivos que acaban con la vida. Ni menos van a entender esta nueva forma de convivencia donde en medio de los riesgos y ausencia de formas básicas de vida ideales, se prende e fogón con más tranquilidad y una especie de armonía social nueva; aquí no se roban nada, los negocios están abiertos hasta la media noche y nadie los atraca, aquí se camina normalmente por las calles en medio de policías y jóvenes pandilleros que están en ello porque es la única opción, aquí. Hay mucha tranquilidad en medio de las necesidades y en medio de los peligros de este nuevo estilo de vida social.
Con mi hermano de la vida, Jonny sacamos fotocopias, hacemos tareas, investigamos la vida actual y la de hace más de cien mil años, transmitimos radio jogoniando en medio de esos quehaceres, dialogamos con la gente que de paso, nos cuentan una que otra anécdota de como están viviendo y de cómo hacen para no desfallecer y vivir orgullosos de su barrio, y de a gente con la que comparten más que dolores y penas, comparten eso que se llama vida.
En una de las tantas tardes soleadas, en compañía de otra figura de los barrios y de las actividades cineastas con la comunidad, la amiga Marta y con Leo, un gomoso de las artes del mundo del cine, vamos otra loma, igual de complicada y de mala fama pero, llena también de lucha y ganas de vivir de su gentes que luchan día a día por ser mejores. Aquí, reunión con equipo de comunicaciones, grupo cultural, taller de audiovisual y comprobar una vez más que la cultura de la gente está viva, igual que sus sueños y que por más que sean discriminados se puede seguir construyendo un mundo posible para todos. Aquí trabajan, audiovisuales, danzas, música, recreación y un poco de manifestaciones culturales que solo en un lugar así se pueden aprender.
Esta noche es algo distinta, nuestra labor de tareologos y consejeros sociales termina temprano. 8:30pm, en compañía de la prima “la gata Yuli” vamos hasta la casa, done don Benja, Yarley y su hijo, doña Arsenia, la Yuli y pedro Juli, preparamos una fogata, mazorcas, carne y otras cositas y hasta la media noche atizamos el jogón de la amistad, mientras a lo lejos se escuchan lo perros ladrar respondiendo a los sonidos producidos por la gente que deambula por la calle en busca tal vez de un mejor sueño.
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