
Este es otro orden, otras rutinas, otras normas de comportamiento y convivencia social. Aquí se le echa leña al fogón de distinta manera. En un lugar que ha sido estigmatizado por la sociedad que no entiende razones por las cuales la gente termina aquí, en una loma amontonaos, mientras sus tierras que por mucho tiempo les pertenecieron ahora están siendo ocupadas por multinacionales con monocultivos que acaban con la vida. Ni menos van a entender esta nueva forma de convivencia donde en medio de los riesgos y ausencia de formas básicas de vida ideales, se prende e fogón con más tranquilidad y una especie de armonía social nueva; aquí no se roban nada, los negocios están abiertos hasta la media noche y nadie los atraca, aquí se camina normalmente por las calles en medio de policías y jóvenes pandilleros que están en ello porque es la única opción, aquí. Hay mucha tranquilidad en medio de las necesidades y en medio de los peligros de este nuevo estilo de vida social.
Con mi hermano de la vida, Jonny sacamos fotocopias, hacemos tareas, investigamos la vida actual y la de hace más de cien mil años, transmitimos radio jogoniando en medio de esos quehaceres, dialogamos con la gente que de paso, nos cuentan una que otra anécdota de como están viviendo y de cómo hacen para no desfallecer y vivir orgullosos de su barrio, y de a gente con la que comparten más que dolores y penas, comparten eso que se llama vida.

Esta noche es algo distinta, nuestra labor de tareologos y consejeros sociales termina temprano. 8:30pm, en compañía de la prima “la gata Yuli” vamos hasta la casa, done don Benja, Yarley y su hijo, doña Arsenia, la Yuli y pedro Juli, preparamos una fogata, mazorcas, carne y otras cositas y hasta la media noche atizamos el jogón de la amistad, mientras a lo lejos se escuchan lo perros ladrar respondiendo a los sonidos producidos por la gente que deambula por la calle en busca tal vez de un mejor sueño.