Seguimos recorriendo el mundo andino, la cultura viva, que como siempre no es físicamente papable, entonces podemos recorrerla, analizarla, pensarla y aprender de ella sin ir muy lejos, aprovechando que estamos de cuarentena para evitar una contaminación masiva y muerte lenta de la humanidad.
Generalmente después de esos hechos duros para el espíritu y la mente humana, siempre se han logrado grandes cambios que han llevado a mejorar muchísimas cosas, nos han dejado en el supuesto progreso.
La Primera Guerra Mundial fue un conflicto que ocasionó grandes cambios en el orden geopolítico mundial y propició el diseño de nuevas fronteras y formas de gobernar, además de la introducción de nuevas tecnologías e importantes cambios en el rol de la mujer. Además de dejar más de 20 millones de fallecidos, esta guerra provocó cambios en la cartografía, política e incluso en la ciencia.
En medio de todo esto, debemos mirar que esta es una buena oportunidad para ver como las tecnologías no nos pueden consumir la vida junto con un virus, fruto de la ambición mal intencionada de quienes poseen el poder, y que en medio de todo esto, hay una oportunidad para retomar otros buenos caminos y reconstruir un mundo posible al alcance de todos, donde haya más justicia, más equidad y la tranquilidad se vea reflejada no solamente en la marca de un carro un celular, un computador o cualquier objeto vano que a la hora de dar la pelea con la muerte quedan por completo anulados.
Es el momento de que aprovechemos para ver buen cine en casa, en familia. Vamos a hacer unas deliciosas crispetas. Vamos a la cama sin comer mucho, solo una agua panela caliente con limón basta para estar juntos y felices.
Es hora de volver un poco al pasado y contar cuentos, recordar historias, reír de nuestra propia vida, porque la muerte suele ser un poco más dolorosa.
Podemos dialogar un poco más entre padres e hijos y darnos cuenta que ese abuelo que está en la esquina haciendo estorbo muchas veces, es un miembro de la familia y que gracias a él o ella, es que tenemos gran parte de lo que hoy nos da placer y tranquilidad.
Creo que podemos cocinar mejor ese arroz que nunca hemos podido hacer con calma porque este mundo moderno nos robó el tiempo y la oportunidad de aprender a realizar cosas tan aparentemente simples y que nunca hicimos.
Limpiemos entre todos la casa, juguemos, parqués, solitario, ajedrez, triqui, apaguemos el tv, la computadora el celular y desocupemos esa lujosa sala, que a veces es más intocable que el respeto por los demás y juguemos rayuela, al cuadro, trompos, es que aún nos queda tiempo, aun la vida misma nos alcanza.
Que un simple virus no nos vuelva locos, que sea una excusa para ser felices y volver a nuestras raíces, que es lo que realmente somos, sin tanta apariencia, arrogancia vana que nos ahoga y nos mata.







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